sábado, 20 de marzo de 2010

Guía anti estrés en vacaciones

Fuente Diario la Voz del Interior 12/01/2010

jueves, 18 de marzo de 2010

Guia Practica anti estres

Fuente Diario la Voz del Interior 16/03/2010

martes, 16 de marzo de 2010

HHMI News: Pérdida del factor miedo hace que ratón cobarde se vuelva intrépido

HHMI News: Pérdida del factor miedo hace que ratón cobarde se vuelva intrépido

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HHMI News: Investigadores descubren gen que controla el miedo adquirido

HHMI News: Investigadores descubren gen que controla el miedo adquirido

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Efecto de la emocion placentera

BELLEZA > Risa

La risa, el mejor remedio

Es el antídoto más sano y placentero contra el estrés. Además, mejora la oxigenación y la circulación.

REÍRSE MÁS. La risa es una terapia sencilla y muy saludable.

Josefina Edelstein

Morir de risa. Vaya metáfora contradictoria y, sin embargo, así nos expresamos cuando en forma elocuente queremos transmitir que lo pasamos estupendo y nos sentimos felices.

Tendríamos que ejercitar vigorosamente la risa para no perder la costumbre de generar endorfinas, mover los músculos del abdomen, aumentar el ritmo cardíaco y la circulación arterial y para mejorar la oxigenación y ahuyentar el estrés. Todo esto pasa al reírnos con ganas y por eso sentimos bienestar.

Al reírnos por placer, “entran en juego centros cerebrales evolutivamente inferiores, y al hacerlo por amor, alegría o felicidad, se involucra la corteza cerebral más evolucionada; de allí que la risa sea privativa del hombre”, explica Pablo Cólica, director médico de la Asociación de Medicina del Estrés de Córdoba (Amec).

Estudios ecográficos recientes han mostrado que los bebés sonríen durante la gestación y que llegan a 300 risas diarias a los 6 años. Pero también se sabe que los seres humanos van perdiendo la predisposición a reírse y que algunos adultos sólo exhiben 15 risas al día, mientras que el máximo serían 100. “Este descenso tiene sus consecuencias en la salud y el espíritu”, asegura Cólica.

La risa suele aparecer en forma espontánea, puede ser instantánea e involuntaria y su manifestación motora o verbal puede preceder a la propia emoción o, al menos, ser simultánea. Además, la asociación de recuerdos y sentimientos puede provocar risa. A veces, en soledad, evocamos una situación y largamos la carcajada; otras, empezamos a reír y no podemos parar; también nos contagiamos con la risa de los otros y nos empapamos con sentimientos de alegría. Con las risas estentóreas se mueven alrededor de 400 músculos, incluidos algunos del estómago que normalmente no ejercitamos.

Mente positiva
Al comparar las emociones de los seres humanos con las de los animales, las investigaciones actuales indican que sólo el ser humano es capaz de sentir felicidad. Esto está vinculado con el desarrollo de su cerebro, ya que las emociones positivas como alegría o risa son cognitivamente más complejas que las emociones negativas, mucho más primitivas, como la tristeza o el enojo.

En el camino de la evolución, habríamos aprendido que la alegría y la felicidad, son metas a alcanzar y que la posibilidad de ser felices estaría relacionada con la capacidad social de las personas de tener placer y de resolver conflictos.

“Cuanto más uno sepa solucionar problemas en armonía y equilibrio consigo mismo, tanto más feliz será”, indica Cólica. “Esto nos exige, naturalmente –continúa el especialista– un desarrollo de nuestras capacidades emocionales, para agudizar nuestros sentidos externos e internos”.

Así las cosas, tener buena vida implicaría prestarle más atención y dedicarle tiempo al desarrollo de la inteligencia emocional, antes que seguir pensando en la racionalidad del éxito, un concepto impuesto que convendría revisar.

Sinergia con el universo
Pablo Cólica explica que “la naturaleza de los seres humanos no es sólo neurobiológica ni psicobiológica”; que no somos un complejo de cuerpo-mente aislados. Mucho más que eso, la existencia de las personas “está relacionada e interactúa con el ambiente y con una dimensión que llamamos espiritual y que se relaciona filosóficamente, con lo que algunos definen como la energía universal”. Por lo tanto, “no podemos quedarnos en la soberbia simplista de pensar que somos máquinas biológicas, o sea, animales evolucionados mediante sucesivas mutaciones”.

Para ser felices
Según algunos autores, las cuatro condiciones determinantes para ser felices son: la autonomía, la competencia (sentir que se es asertivo en las actividades que se emprenden), establecer vínculos sanos con otras personas y la adecuada autoestima.

Luego vendrían la determinación (tener metas propias), las condiciones físicas, y sólo en último lugar aparecen la popularidad y el dinero.

Otros dicen que la felicidad depende del equilibrio entre las aspiraciones y los logros en cada dominio de la vida y de una correcta evaluación propia (no ajena ni del entorno) de esa ecuación.

También se sostiene que los momentos de felicidad son aquellos que anticipan a los logros.

Anunciamos la participación del Lic Marcos Mudra en la Siguiente Nota

BELLEZA > Estres

Larga vida a la memoria

El estrés y las autoexigencias ponen a prueba la salud y afectan nuestro “disco duro”. Pautas contra la alta presión.

STRESS. Afecta nuestra capacidad de memoria.

Josefina Edelstein (Especial)

Las vacaciones parecen cosa de un pasado remoto... No sólo eso; mucha gente ya vive con agobio el presente y todo lo que le queda por delante en el año. Pero antes de aceptar la situación como algo natural y sin remedio, es posible replantearse las actividades, los tiempos y objetivos, incluyéndose a uno mismo como variable, para que las circunstancias no nos pasen por encima.

En general, la sensación de agobio es producto del estrés, que se percibe como cansancio, fatiga, agotamiento e incluso, por reacciones desmedidas de ira, miedo o rechazo. Cuando el estrés es crónico, las personas pierden en forma progresiva su capacidad de rendimiento y una de las alertas típicas es la falla de la memoria.

El trabajo y el estudio son dos ámbitos en los que las exigencias se ven claramente y, por lo tanto, es allí donde se ubican las causas del estrés, aunque son varios los factores que pueden estresar y en esto es determinante el nivel de autoexigencia y el significado que se les otorgue a hechos puntuales.

Así, “ciertas situaciones particulares no tendrán mayor relevancia para algunos y resultarán críticas para otros”, explica el psicólogo Marcos Mudra.

Por lo tanto, según señala el médico Pablo Cólica, hay que diferenciar el estrés como proceso normal del organismo que genera más energía “para afrontar diversas contingencias de la vida y que nos ayuda a sobrevivir y desarrollarnos”, del estrés reiterado o crónico que es el que perjudica la salud.

Qué te iba a decir...
El estrés prolongado libera sustancias que intoxican partes del cerebro. Una de ellas es el hipocampo, “que viene a ser el ‘disco duro’ de memoria”, ilustra Cólica. En estas circunstancias, se hace difícil estudiar, retener y atender.

“Otro sector afectado es la corteza prefrontal y, por ello, disminuye la capacidad de concentración, de focalización de la atención y se altera la memoria de corto plazo, llamada ‘memoria de trabajo’”, apunta el médico. En este caso, el olvido pasa por cosas recientes, como por ejemplo, no recordar números de teléfono, nombres, direcciones o dónde se dejaron las llaves.

Cómo detectar
“El estrés es una condición que, por lo general, se instala de manera progresiva, con lo cual las personas se habitúan a condiciones de vida cada vez más exigentes y estas condiciones se naturalizan”, sostiene Mudra.

Habitualmente se reconocen los síntomas de agotamiento cuando son lo suficientemente intensos como para llamar la atención.

“Una persona se da cuenta de que está estresada cuando, de manera recurrente, percibe que está agotada; que no le alcanzan las horas de descanso; se siente irritada; pierde el interés por vincularse con otras personas o por desarrollar actividades extralaborales; no consigue organizar sus actividades; su día necesita 24 horas más; no puede parar de pensar en su trabajo o sueña con él; las actividades cotidianas requieren cada vez más esfuerzo; se siente desmotivada, desinteresada, abúlica; que no puede concentrarse en una tarea por vez, etcétera”, describe Mudra. Pero hay pistas para prevenir el estrés y mantener en buen estado la memoria. El primero, es tratar de ser menos exigentes con nosotros mismos.

Alto rendimiento
Los autoexigentes son aquellos individuos que todo lo encaran con nivel de excelencia (aunque no siempre sean conscientes de esto); buscan la perfección y ser los mejores en su dominio.

Este nivel de demanda propia, también se manifiesta en personas que “hacen mil cosas a la vez o que necesitarían un día de 48 horas para atender todo lo que se proponen”, señala Mudra.

El problema es que, para mantener tan alto nivel de rendimiento, según apunta el psicólogo “es necesario dejar de lado las necesidades, intereses y emociones personales, ya que interferirían demorando, interrumpiendo u obstaculizando los objetivos”.

De esta manera, se inician ciclos de deterioro personal, psicológicos y fisiológicos, que llevan a desarrollar un trastorno por estrés.

“Una manera de revertir este proceso consiste en aprender a incluirse uno mismo como variable de las decisiones que va tomando y asumir un rol protagónico en la propia vida. Se trata, simplemente, de respetar las necesidades y emociones que se vivencian en el momento presente y ajustar las expectativas y exigencias del día a la situación en la que uno se encuentra”, concluye.

Los 5 consejos

¿Es posible esquivar el estrés y cuidar la memoria? El especialista Pablo Cólica, director médico de la Asociación de Medicina del Estrés de Córdoba, elaboró cinco consejos con las ideas que resumen un modo saludable cómo encarar la vida cotidiana.

1) Calidad de vida. No significa “tener más cosas”, sino disfrutar de las cosas simples de la vida. No dejarse ganar por el consumismo, individualismo y competitividad de la sociedad. Perdonarse las equivocaciones y perdonar las de otros.

2) Realizar actividad física e intelectual. Cuidar la nutrición y controlar los otros factores de riesgo (hipertensión arterial, aumento de peso, colesterol y dislipemias, diabetes, etcétera) que configuran el “síndrome metabólico” y van a deteriorar el sistema circulatorio y pueden llevar a trastornos cerebrovasculares. En la mayoría de los casos, es el estrés prolongado el que desencadena el síndrome metabólico.

3) Fijar prioridades. Ordenar y organizar las actividades, sin superposiciones y evitando las urgencias con una adecuada planificación. Priorizar y cuidar siempre las relaciones afectivas. El trabajo debe ocupar siempre un tercer lugar, luego del cuidado de uno mismo y de las relaciones con nuestros afectos y terceros.

4) Curiosidad y aprendizaje. El cerebro se mantiene activo cuando la persona sigue interesada en conocer cada vez más cosas, informarse y mantener la actitud de seguir aprendiendo.

5) Apoyo social. Participar de actividades solidarias, grupos de estudio, viajes con contenido cultural, cine debate y actividades similares. Establecer relaciones más profundas que las relaciones “líquidas” de la cultura light que hoy predominan en la sociedad.


Larga vida a la memoria
El estrés y las autoexigencias ponen a prueba la salud y afectan nuestro “disco duro”. Pautas contra la alta presión.
15.03.2010
Josefina Edelstein (Especial)

Las vacaciones parecen cosa de un pasado remoto... No sólo eso; mucha gente ya vive con agobio el presente y todo lo que le queda por delante en el año. Pero antes de aceptar la situación como algo natural y sin remedio, es posible replantearse las actividades, los tiempos y objetivos, incluyéndose a uno mismo como variable, para que las circunstancias no nos pasen por encima.
En general, la sensación de agobio es producto del estrés, que se percibe como cansancio, fatiga, agotamiento e incluso, por reacciones desmedidas de ira, miedo o rechazo. Cuando el estrés es crónico, las personas pierden en forma progresiva su capacidad de rendimiento y una de las alertas típicas es la falla de la memoria.
El trabajo y el estudio son dos ámbitos en los que las exigencias se ven claramente y, por lo tanto, es allí donde se ubican las causas del estrés, aunque son varios los factores que pueden estresar y en esto es determinante el nivel de autoexigencia y el significado que se les otorgue a hechos puntuales.
Así, “ciertas situaciones particulares no tendrán mayor relevancia para algunos y resultarán críticas para otros”, explica el psicólogo Marcos Mudra.
Por lo tanto, según señala el médico Pablo Cólica, hay que diferenciar el estrés como proceso normal del organismo que genera más energía “para afrontar diversas contingencias de la vida y que nos ayuda a sobrevivir y desarrollarnos”, del estrés reiterado o crónico que es el que perjudica la salud.
Qué te iba a decir...
El estrés prolongado libera sustancias que intoxican partes del cerebro. Una de ellas es el hipocampo, “que viene a ser el ‘disco duro’ de memoria”, ilustra Cólica. En estas circunstancias, se hace difícil estudiar, retener y atender.
“Otro sector afectado es la corteza prefrontal y, por ello, disminuye la capacidad de concentración, de focalización de la atención y se altera la memoria de corto plazo, llamada ‘memoria de trabajo’”, apunta el médico. En este caso, el olvido pasa por cosas recientes, como por ejemplo, no recordar números de teléfono, nombres, direcciones o dónde se dejaron las llaves.
Cómo detectar
“El estrés es una condición que, por lo general, se instala de manera progresiva, con lo cual las personas se habitúan a condiciones de vida cada vez más exigentes y estas condiciones se naturalizan”, sostiene Mudra.
Habitualmente se reconocen los síntomas de agotamiento cuando son lo suficientemente intensos como para llamar la atención.
“Una persona se da cuenta de que está estresada cuando, de manera recurrente, percibe que está agotada; que no le alcanzan las horas de descanso; se siente irritada; pierde el interés por vincularse con otras personas o por desarrollar actividades extralaborales; no consigue organizar sus actividades; su día necesita 24 horas más; no puede parar de pensar en su trabajo o sueña con él; las actividades cotidianas requieren cada vez más esfuerzo; se siente desmotivada, desinteresada, abúlica; que no puede concentrarse en una tarea por vez, etcétera”, describe Mudra. Pero hay pistas para prevenir el estrés y mantener en buen estado la memoria. El primero, es tratar de ser menos exigentes con nosotros mismos.
Alto rendimiento 
Los autoexigentes son aquellos individuos que todo lo encaran con nivel de excelencia (aunque no siempre sean conscientes de esto); buscan la perfección y ser los mejores en su dominio.
Este nivel de demanda propia, también se manifiesta en personas que “hacen mil cosas a la vez o que necesitarían un día de 48 horas para atender todo lo que se proponen”, señala Mudra.
El problema es que, para mantener tan alto nivel de rendimiento, según apunta el psicólogo “es necesario dejar de lado las necesidades, intereses y emociones personales, ya que interferirían demorando, interrumpiendo u obstaculizando los objetivos”.
De esta manera, se inician ciclos de deterioro personal, psicológicos y fisiológicos, que llevan a desarrollar un trastorno por estrés.
“Una manera de revertir este proceso consiste en aprender a incluirse uno mismo como variable de las decisiones que va tomando y asumir un rol protagónico en la propia vida. Se trata, simplemente, de respetar las necesidades y emociones que se vivencian en el momento presente y ajustar las expectativas y exigencias del día a la situación en la que uno se encuentra”, concluye.
Los 5 consejos

¿Es posible esquivar el estrés y cuidar la memoria? El especialista Pablo Cólica, director médico de la Asociación de Medicina del Estrés de Córdoba, elaboró cinco consejos con las ideas que resumen un modo saludable cómo encarar la vida cotidiana.
1) Calidad de vida. No significa “tener más cosas”, sino disfrutar de las cosas simples de la vida. No dejarse ganar por el consumismo, individualismo y competitividad de la sociedad. Perdonarse las equivocaciones y perdonar las de otros.
2) Realizar actividad física e intelectual. Cuidar la nutrición y controlar los otros factores de riesgo (hipertensión arterial, aumento de peso, colesterol y dislipemias, diabetes, etcétera) que configuran el “síndrome metabólico” y van a deteriorar el sistema circulatorio y pueden llevar a trastornos cerebrovasculares. En la mayoría de los casos, es el estrés prolongado el que desencadena el síndrome metabólico.
3) Fijar prioridades. Ordenar y organizar las actividades, sin superposiciones y evitando las urgencias con una adecuada planificación. Priorizar y cuidar siempre las relaciones afectivas. El trabajo debe ocupar siempre un tercer lugar, luego del cuidado de uno mismo y de las relaciones con nuestros afectos y terceros.
4) Curiosidad y aprendizaje. El cerebro se mantiene activo cuando la persona sigue interesada en conocer cada vez más cosas, informarse y mantener la actitud de seguir aprendiendo.
5) Apoyo social. Participar de actividades solidarias, grupos de estudio, viajes con contenido cultural, cine debate y actividades similares. Establecer relaciones más profundas que las relaciones “líquidas” de la cultura light que hoy predominan en la sociedad.

Fuente La voz del Interior
http://vos.lavoz.com.ar/?q=content/larga-vida-la-memoria-0